Generando Inteligencias Múltiples
En tiempos antiguos “griegos, fenicios, persas, mayas, incas entre otros“, se creía que el hombre disponía de una inteligencia única. Se catalogaba a una persona inteligente por resolver principios matemáticos, astronómicos, artísticos o lingüísticos. Con el paso del tiempo se descubrió que el hombre poseía otros tipos de inteligencias como la espacial, la naturalista y la manual, entre otras. Todo ser humano nace con unas capacidades o inteligencias innatas que le permiten desarrollarse y sobrevivir al medio ambiente, a la cultura y así mismo.
Como decían los antepasados, cada ser humano nace con una inteligencia innata, por lo que podemos
concluir que naturalmente, si se tiene en cuenta esas inteligencias y se
estimula su desarrollo, seguramente ese
niño o niña va a ser distinguido por sus habilidades en una área específica del
conocimiento, trabajo, estudios, entre otros, desarrollando sinergias en
inteligencias afines.
Por ejemplo el niño que no tiene la habilidad matemática o lingüística bien desarrollada, pero es hábil con las manos, posee una inteligencia manual “corporal cinestésica”. Si se logra que manipule papel, arcilla y diferentes materiales maleables, al transcurrir el tiempo este niño será capaz de moldear figuras humanas, animales espaciales y geométricas construyendo la suma de inteligencias que debe poseer un gran artista. Pero si al contrario por su supuesta falta de inteligencia matemática o lingüística, no se le valora y estimula la inteligencia que tiene, hablando religiosamente, que Dios le dio, seguramente va hacer una persona frustrada e incapaz de distinguirse en su núcleo y círculo social laboral y económico.
No es que el trabajo con el ajedrez provea nuevas inteligencias, el ajedrez es un gran generador de cada inteligencia permitiendo que cada habilidad sea sometida a procesos de amalgamiento e interrelación de las diferentes inteligencias.
Viajando al mágico mundo del ajedrez podemos encontrar el desarrollo de prácticamente todas las inteligencias, permitiendo su desarrollo a niveles muy superiores de lo que normalmente una persona tiene. veamos:
La inteligencia lógica matemática: Se desarrolla a través del juego del ajedrez con las diferentes variantes que tiene a su disposición el ajedrecista sumando y restando probabilidades de jugadas. También podemos concluir que la memoria se incentiva con las diferentes aperturas, técnicas de medio juego y final, en donde el ajedrecista por medio de la repetición constante, llega a memorizar millones de jugadas. Abstracción, memoria, estrategia, planificación y fuerza analítica.
Inteligencia lingüística: Definitivamente el ajedrez es un soliloquio interpersonal en donde el ajedrecista desarrolla diálogos consigo mismo preguntas, respuestas, inquietudes, laberintos y acertijos que tiene que ser desarrollados en unos procesos de análisis y cálculos para dar con respuestas lógicas y acertadas. En este punto es claro que los niños desarrollaran la capacidad de dar soluciones.
Inteligencia espacial: También considerada como geométrica, en donde el ajedrecista observa detenidamente el tablero y las piezas formando imágenes que en su conjunto construyen una partida de ajedrez.
Inteligencia musical: es reconocida la hermandad entre la música y el ajedrez y tal vez esa unidad tiene que ver mucho con la sucesión de imágenes que se convierte en música y sonidos, y en el ajedrez en jugadas, ambas se pueden escribir o simbolizar para luego ser leídas.
Inteligencia corporal cinestésica o manual: Se puede trabajar con el ajedrez de los invidentes “ajedrez braille”, donde estos, tocando las piezas blancas y negras con distintivos especiales, pueden jugar a niveles insospechados partidas increíbles.
Inteligencia intrapersonal: A través del juego del ajedrez, aprendemos a conocernos, a conocer nuestras fortalezas “haciéndolas visibles” y debilidades “ocultándolas”, a profundizar en nuestro interior, a reconocernos específicamente y al trascurrir en el tablero de ajedrez vamos mostrando ese interior. Ya sea como personas calmadas o personas violentas, agresivas, entre otras.
Inteligencia interpersonal: así como jugando ajedrez nos conocemos interior mente, podemos conocer a nuestros rivales en su manera de pensar, de analizar objetivos tácticos estratégicos, que no son más que una muestra de su personalidad y características interiores puestas en un tablero de ajedrez.
En los últimos 30 años de mi quehacer ajedrecístico y pedagógico, tuve la inquietud de que este artilugio, proveniente de las sabidurías más antiguas de la humanidad, era a la vez una puerta al conocimiento, un vehículo pedagógico con el cual podemos en una forma alegre, recreativa y lúdica, transportar a los niños, jóvenes y personas mayores por una sinergia de la magia de las matemáticas, literatura, la filosofía y las artes, de nuestra propia cultura, logrando un desarrollo especial en sus mentes, en sus criterios, en su memoria, en sus valores; en síntesis, construir unas bases y estructuras sólidas que permitirán un mejor manejo de nuestros cerebros, su mejor desarrollo químico, físico y cognitivo.
Como mencioné, he librado una dura batalla dialéctica en el tiempo, tres décadas, que pareciera ser nada; y así, mostrar la importancia del ajedrez como una herramienta de características disímiles, variables y objeto de aplicación en el desarrollo práctico de todos los conocimientos humanistas. De pasarlo de simple juego de entretención, de deporte a un elemento transcendente en la educación, transitando al aula donde cada docente pueda transcurrir, enseñar y divertir su área específica, viajando al mágico universo del ajedrez.
Ejemplo:
En la enseñanza de la historia, podemos encontrar, discurriendo en la génesis, mutación y desarrollo del ajedrez todas las herramientas lingüistas de tiempo, de modo, de lugar y fascinación por los recuerdos de la humanidad.
Las matemáticas tan necesarias en el desarrollo de nuestras capacidades mentales están incrustadas desde lo básico a nivel numérico y geométrico en el ajedrez permitiendo que el docente, maestro o profesor, las haga visibles y agradables para sus estudiantes.
Por ejemplo el niño que no tiene la habilidad matemática o lingüística bien desarrollada, pero es hábil con las manos, posee una inteligencia manual “corporal cinestésica”. Si se logra que manipule papel, arcilla y diferentes materiales maleables, al transcurrir el tiempo este niño será capaz de moldear figuras humanas, animales espaciales y geométricas construyendo la suma de inteligencias que debe poseer un gran artista. Pero si al contrario por su supuesta falta de inteligencia matemática o lingüística, no se le valora y estimula la inteligencia que tiene, hablando religiosamente, que Dios le dio, seguramente va hacer una persona frustrada e incapaz de distinguirse en su núcleo y círculo social laboral y económico.
No es que el trabajo con el ajedrez provea nuevas inteligencias, el ajedrez es un gran generador de cada inteligencia permitiendo que cada habilidad sea sometida a procesos de amalgamiento e interrelación de las diferentes inteligencias.
Viajando al mágico mundo del ajedrez podemos encontrar el desarrollo de prácticamente todas las inteligencias, permitiendo su desarrollo a niveles muy superiores de lo que normalmente una persona tiene. veamos:
La inteligencia lógica matemática: Se desarrolla a través del juego del ajedrez con las diferentes variantes que tiene a su disposición el ajedrecista sumando y restando probabilidades de jugadas. También podemos concluir que la memoria se incentiva con las diferentes aperturas, técnicas de medio juego y final, en donde el ajedrecista por medio de la repetición constante, llega a memorizar millones de jugadas. Abstracción, memoria, estrategia, planificación y fuerza analítica.
MI. Camilo Torres, campeón nacional de mayores 2013 en Ibagué.
Inteligencia lingüística: Definitivamente el ajedrez es un soliloquio interpersonal en donde el ajedrecista desarrolla diálogos consigo mismo preguntas, respuestas, inquietudes, laberintos y acertijos que tiene que ser desarrollados en unos procesos de análisis y cálculos para dar con respuestas lógicas y acertadas. En este punto es claro que los niños desarrollaran la capacidad de dar soluciones.
Inteligencia espacial: También considerada como geométrica, en donde el ajedrecista observa detenidamente el tablero y las piezas formando imágenes que en su conjunto construyen una partida de ajedrez.
Inteligencia musical: es reconocida la hermandad entre la música y el ajedrez y tal vez esa unidad tiene que ver mucho con la sucesión de imágenes que se convierte en música y sonidos, y en el ajedrez en jugadas, ambas se pueden escribir o simbolizar para luego ser leídas.
Inteligencia corporal cinestésica o manual: Se puede trabajar con el ajedrez de los invidentes “ajedrez braille”, donde estos, tocando las piezas blancas y negras con distintivos especiales, pueden jugar a niveles insospechados partidas increíbles.
Inteligencia intrapersonal: A través del juego del ajedrez, aprendemos a conocernos, a conocer nuestras fortalezas “haciéndolas visibles” y debilidades “ocultándolas”, a profundizar en nuestro interior, a reconocernos específicamente y al trascurrir en el tablero de ajedrez vamos mostrando ese interior. Ya sea como personas calmadas o personas violentas, agresivas, entre otras.
Inteligencia interpersonal: así como jugando ajedrez nos conocemos interior mente, podemos conocer a nuestros rivales en su manera de pensar, de analizar objetivos tácticos estratégicos, que no son más que una muestra de su personalidad y características interiores puestas en un tablero de ajedrez.
“El ajedrez, un juego en el que se reflejan
y confirman todas las pasiones del hombre,
su locura y sus esperanzas, ha sido siempre
algo bien distinto a un simple juego”.
William Faulkner.
En los últimos 30 años de mi quehacer ajedrecístico y pedagógico, tuve la inquietud de que este artilugio, proveniente de las sabidurías más antiguas de la humanidad, era a la vez una puerta al conocimiento, un vehículo pedagógico con el cual podemos en una forma alegre, recreativa y lúdica, transportar a los niños, jóvenes y personas mayores por una sinergia de la magia de las matemáticas, literatura, la filosofía y las artes, de nuestra propia cultura, logrando un desarrollo especial en sus mentes, en sus criterios, en su memoria, en sus valores; en síntesis, construir unas bases y estructuras sólidas que permitirán un mejor manejo de nuestros cerebros, su mejor desarrollo químico, físico y cognitivo.
Como mencioné, he librado una dura batalla dialéctica en el tiempo, tres décadas, que pareciera ser nada; y así, mostrar la importancia del ajedrez como una herramienta de características disímiles, variables y objeto de aplicación en el desarrollo práctico de todos los conocimientos humanistas. De pasarlo de simple juego de entretención, de deporte a un elemento transcendente en la educación, transitando al aula donde cada docente pueda transcurrir, enseñar y divertir su área específica, viajando al mágico universo del ajedrez.
Ejemplo:
En la enseñanza de la historia, podemos encontrar, discurriendo en la génesis, mutación y desarrollo del ajedrez todas las herramientas lingüistas de tiempo, de modo, de lugar y fascinación por los recuerdos de la humanidad.
Las matemáticas tan necesarias en el desarrollo de nuestras capacidades mentales están incrustadas desde lo básico a nivel numérico y geométrico en el ajedrez permitiendo que el docente, maestro o profesor, las haga visibles y agradables para sus estudiantes.
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